Lo he dicho en numerosas ocasiones, lo repito, y lo clamo a los cuatro vientos: no hace falta tener un casoplón para demostrar las bondades de un buen proyecto decorativo; es más, la escasez (y esto puede aplicarse a la mayoría de las acciones de la vida diaria) agudiza (y mucho) el ingenio y, si no, a las pruebas me remito.
La vivienda que hoy comparto con vosotros no tiene más que 25 m2, está en el distrito 9 de París, y es el proyecto de la decoradora Marianne Evan para su hijo Robin, un estudiante que está encantado con el aprovechamiento que su madre ha sabido sacar a tan poco espacio. Él quería un apartamento práctico, simple, pero que respirara estilo industrial. Dicho y hecho. El toque personal lo ponen los objetos decorativos que Robin va, poco a poco, atesorando, siguiendo la estela de su madre.
¿Qué os parece?
Procedencia de las imágenes: AD Rusia