Después de ver las fotografías que ilustran este post, ¿qué es lo que más os ha llamado la atención? Tic, tac, tic, tac... Seguro que no habéis tardado ni dos segundos en contestar: los pequeños toques de color, en rojo y amarillo, que aparecen dispersos, en textiles y en pequeños detalles, en casi todos los rincones de esta casa sueca.
Esas breves pero intensas pinceladas de color son las que rompen el dominante monocromatismo blanco, tan característico de las casas nórdicas. Atraen poderosamente nuestra atención y se convierten en protagonistas, en punto focal, a pesar de su aparente nimiedad. Son como un leit motif que unifica es esquema decorativo de toda la vivienda.
No hace falta que sean grandes elementos, en este caso son un cojín, un delantal, una lámpara de mesa, una caja, pequeños utensilios de cocina una obra de arte e incluso el frigorífico, lo que importa es que estén bien elegidos y, sobre todo, adecuadamente distribuidos. Una magnífica sinfonía decorativa.
Procedencia de las imágenes: Alvhem